El movimiento continuo de los músculos de la cara puede hacer que la piel se arrugue al envejecer y se vuelva menos elástica. La toxina botulínica; conocida popularmente como botox por ser la primera marca que la comercializó, es una sustancia que se inyecta en puntos estratégicos de la cara, disminuyendo la contracción del músculo al que se aplica, consiguiendo relajar durante algunos meses los músculos faciales, previniendo así la formación de arrugas, su progresión y suavizando las existentes.

Se aplica principalmente en la mitad superior del rostro para corregir arrugas dinámicas o de expresión.

Las zonas más habituales son el entrecejo, patas de gallo y arrugas de la frente.

También se puede utilizar para tratamiento de bruxismo, para mejorar el contorno facial, en pliegues de cuello y escote, peribucal, sudoración excesiva, tics o espasmos musculares, corrección de asimetrías y migrañas.

Prevención de aparición de arrugas o “baby botox”, desde hace algún tiempo este tratamiento está cada vez más demandado por personas jóvenes, que desean prevenir y/o frenar la aparición de las arrugas, a partir de los 23-25 años. Este tratamiento precoz, consiste en aplicar toxina botulínica en pequeñas dosis, para suavizar la expresión, previniendo la aparición temprana de arrugas, lo que también ayuda a mantener la piel uniforme, manteniendo una expresión natural, tersa y revitalizada.

Los efectos de la inyección no son inmediatos, se empiezan a notar una vez transcurridos cinco o quince días, dependiendo de cada paciente.

Los efectos de la toxina botulínica son temporales, según el paciente el efecto puede durar entre cuatro y seis meses; por lo que para mantenerlo se deberán realizar tratamientos de mantenimiento.

En manos expertas es una técnica segura y los resultados son altamente satisfactorios; el botox consigue dar al rostro un aspecto revitalizado, sin arrugas pero con resultados 100% naturales.